Ciencias

La falta de voz interna puede afectar la recuperación y el procesamiento de palabras.

¿Te imaginas oírte hablar? ¿Una voz dentro de tu cabeza, tal vez recitando una lista de compras o un número de teléfono? ¿Cómo sería la vida si no pudieras?

Es posible que algunas personas, incluido yo mismo, no hayan imaginado experiencias visuales. No podemos cerrar los ojos y evocar la experiencia de ver el rostro de un ser querido o imaginar la distribución de nuestro salón y considerar si cabría un nuevo mueble en él. Se llama «fantasía«, de una frase griega donde «a» significa sin y «fantasía» se refiere a una imagen. Coloquialmente, a las personas como yo a menudo se les dice que tienen una «mente ciega».

Aunque se ha prestado mucha atención a la incapacidad de imaginar sensaciones visuales, los afantasicos pueden carecer de otras experiencias imaginadas. Es posible que no podamos experimentar sabores u olores imaginarios. Algunas personas no pueden imaginarse oír hablar de ello.

A estudio reciente ha mejorado nuestra comprensión de las personas que no pueden imaginarse escuchando su propio monólogo interno. Es importante destacar que los autores identificaron algunas tareas que probablemente encuentren desafiantes para estas personas.

Lo que encontró el estudio

Investigadores de la Universidad de Copenhague, Dinamarca, y de la Universidad de Wisconsin-Madison, en Estados Unidos reclutó a 93 voluntarios. Incluyeron a 46 adultos que informaron niveles bajos de diálogo interno y 47 que informaron niveles altos.

A ambos grupos se les asignaron tareas desafiantes: juzgar si los nombres de los objetos vistos rimaban y recordar palabras. El grupo sin monólogo interno obtuvo peores resultados. Pero las diferencias desaparecieron cuando todos pudieron decir palabras en voz alta.

Es importante destacar que las personas que informaron menos diálogo interno no fueron peores en todas las tareas. Podían recordar cantidades similares de palabras cuando éstas parecían diferentes entre sí. Esto niega cualquier sugerencia de que los aphantas (personas con afantasia) simplemente no lo intentaban o eran menos capaces.

Una validación bienvenida

El estudio proporciona algunas pruebas positivas de las experiencias vividas por algunos Afante, a quienes todavía a menudo se les dice que sus experiencias no son diferentes, sino que no pueden describir sus experiencias imaginadas. Algunas personas se ponen ansiosas cuando se dan cuenta de que otras personas pueden haber imaginado experiencias que ellos no pueden. Estos sentimientos pueden profundizarse cuando otros afirman que simplemente están confundidos o no pueden expresarse.

Por mi cuenta investigación de afantasia A menudo he interrogado a multitudes de personas sobre su capacidad para tener experiencias imaginadas.

Las preguntas sobre la capacidad de imaginar sensaciones visuales o auditivas tienden a ser respaldadas con entusiasmo por la gran mayoría, pero las preguntas sobre experiencias imaginadas del gusto o del olfato parecen causar más confusión. Algunas personas están convencidas de que pueden hacer esto, incluido un colega que dice que puede imaginar cómo sabrán las combinaciones de ingredientes cuando se cocinen juntos. Pero otras respuestas sugieren que los subtipos de afantasia pueden resultar más comunes de lo que creemos.

Los autores del estudio reciente sugieren que la incapacidad de imaginarse oyéndose a uno mismo hablar debería llamarse «anendofasia», es decir, ausencia de habla interior. Otros autores han sugerido anaurália (es decir, sin imágenes auditivas). Otros investigadores se han referido a todos los tipos de sensaciones imaginadas como diferentes tipos de “imágenes”.

Teniendo nombres consistentes es importante. Puede ayudar a los científicos a “hablar” entre sí para comparar hallazgos. Si diferentes autores utilizan nombres diferentes, se puede perder evidencia importante.

Tenemos más de 5 sentidos.

El debate continúa sobre cuántos sentidos tienen los humanos, pero algunos científicos argumentan razonablemente a favor de uno. número mayor que 20.

Además de los cinco sentidos de la vista, el olfato, el gusto, el tacto y el oído, los sentidos menos conocidos incluyen la termocepción (nuestra sensación de calor) y la propiocepción (conciencia de las posiciones de las partes de nuestro cuerpo). Gracias a la propiocepción, la mayoría de nosotros podemos cerrar los ojos y tocarnos la nariz con la punta del dedo índice. Gracias a nuestro sentido vestibular solemos tener una buena idea de hacia dónde está arriba y podemos mantener el equilibrio.

Puede resultar tentador dar un nuevo nombre a cada incapacidad de tener un determinado tipo de sensación imaginada. Pero esto puede generar confusión. Otro enfoque sería adaptar frases que ya se utilizan ampliamente. Las personas que no somos capaces de imaginar sensaciones a menudo nos referimos a nosotros mismos como “afants”. Esto podría adaptarse con un prefijo, como «audio aphant». El tiempo dirá qué enfoque adoptará la mayoría de los investigadores.

Por qué deberíamos seguir investigando

Independientemente de los nombres que utilicemos, es importante estudiar los múltiples tipos de incapacidad para tener una sensación imaginada. Estas investigaciones podrían revelar los procesos esenciales en el cerebro humano que desencadenan una experiencia consciente de una sensación imaginada.

Con el tiempo, esto no sólo conducirá a una mejor comprensión de la diversidad de los seres humanos, sino que también podría ayudar a descubrir cómo el cerebro humano puede crear cualquier sensación consciente. Esta pregunta –cómo y dónde se generan nuestros sentimientos conscientes– sigue siendo uno de los grandes misterios de la ciencia.

La conversación

Derek Arnold ha recibido financiación del Consejo Australiano de Investigación.

/Cortesía de La Conversación. Este material de la organización/autor(es) fuente puede ser de naturaleza ad hoc y editarse para mayor claridad, estilo y extensión. Mirage.News no toma posiciones ni bandos institucionales, y todas las opiniones, posiciones y conclusiones aquí expresadas son responsabilidad exclusiva del autor(es).

Prudencia Febo

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