Opinión | ¿Será México la próxima Venezuela?
La respuesta de AMLO es que solo pretende democratizar el INE, haciendo que sus miembros sean elegidos por voto popular luego de la nominación de candidatos por parte de las instituciones bajo su control. También reduciría los fondos del INE, retiraría su poder para elaborar listas de votantes y se desharía de las autoridades electorales estatales. En una frase trumpiana, AMLO llama a tus críticos “racistas, snobs y muy hipócritas”.
La realidad es diferente. AMLO es un producto del antiguo partido gobernante, el PRI, que dominó casi todos los aspectos de la vida política mexicana desde finales de la década de 1920 hasta la década de 1990. Ideológicamente, el partido estaba dividido en dos alas: tecnócratas modernizadores versus nacionalistas estatistas. Pero el partido estaba unido en su devoción por el clientelismo, la represión, la corrupción y, sobre todo, el control presidencial como forma de perpetuar su poder.
AMLO puede haber pertenecido al ala estatista, pero sus ideas sobre la gobernabilidad provienen directamente del viejo libro de jugadas del PRI, solo que esta vez a favor de su propio partido Morena. “Su impulso todo el tiempo fue recrear la década de 1970: una presidencia abrumadora sin contrapesos”, me escribió el lunes Luis Rubio, uno de los principales pensadores de México. “Procedió a socavar, eliminar o neutralizar toda una red de entidades diseñadas para controlar el poder presidencial”. Esto incluye la Corte Suprema, las agencias reguladoras del país y la comisión de derechos humanos de México. El INE y el banco central del país se encuentran entre las pocas entidades que se han mantenido relativamente libres de su control.
¿Qué significaría si AMLO obtuviera lo que quería? Su mandato presidencial de seis años finaliza en 2024 y es poco probable que permanezca formalmente en el cargo. Pero hay una vieja tradición mexicana de gobierno tras bambalinas. Llenar el INE de compinches es el primer paso para volver a los viejos tiempos de relleno de papeletas que caracterizaron al México en el que crecí en las décadas de 1970 y 1980.
Pero también marca un deterioro más profundo, de tres maneras importantes.
Primero, está el creciente papel de los militares bajo AMLO. “Los militares ahora están operando fuera del control civil, en abierto desafío a la Constitución mexicana, que establece que los militares no pueden estar a cargo de la seguridad pública”, observa el analista político mexicano. Denise Dresser en la edición actual de Foreign Affairs🇧🇷 “Como resultado de los decretos presidenciales, las fuerzas armadas se han vuelto omnipresentes: construyen aeropuertos, administran los puertos del país, controlan las aduanas, distribuyen dinero a los pobres, implementan programas sociales y detienen a inmigrantes”.