La Fórmula 1 está de celebración. Hace poco que terminó el Mundial de 2021 y lo hizo como hacía tiempo que no se veía: máxima emoción en la última carrera. Es más, todo se decidió en la última vuelta, y siempre envuelto de polémica, con millones de personas, más o menos apasionadas al mundo del motor, en frente del televisor. La pugna del neerlandés y el británico ya forma parte de la historia.
El título se lo llevó Max Verstappen, que ha demostrado que tiene madera de campeón. Su victoria en el GP de Abu Dabi rompió con cuatro años de hegemonía de Lewis Hamilton. Esto abre un nuevo escenario, muy emocionante, de cara al próximo año. Y es que, según las casas de apuestas, el título estará entre estas dos figuras: una joven realidad y una leyenda. ¿Volverá a estar tan reñido como lo ha estado en este 2021? Todo está muy abierto visto lo sucedido.
La victoria de Mad Max, como popularmente lo apodan, ha sido toda una sorpresa para muchos, pero la realidad es que lleva tiempo entre los más grandes. Fue el más joven en coger el volante de F1 con Toro Rosso cuando todavía tenía 17 años, y el primer piloto neerlandés de la historia en subir a un podio. Ahora, no solamente eso: después de ser tercero en las dos últimas ediciones, se ha convertido en el único que ha conseguido llevarse el Mundial.
Lidiando con la presión
Verstappen ha sido sometido desde pequeño a mucha presión y desde siempre ha tenido relación con el mundo del motor, dos detalles de suma importancia. Su padre, Jos Verstappen, fue piloto de Fórmula 1 y el encargado de instruirle. Tal fue la preparación que le hizo a su hijo que aplicó un método pseudo militar: entrenamientos en temperaturas extremas, lecciones para afrontar acciones temerarias y maneras discutibles de motivarle.
Estos primeros pasos se dieron en el mundo de karts, donde corría la madre de Max, Sophie Kumpen. Allí se acostumbró a los adelantamientos más complicados y a cometer menos errores en la conducción, y es que siempre tenía encima el ojo analista de su progenitor. Un mal día en la pista podía llevar al neerlandés a no dirigirse la palabra con su padre e incluso a ser castigado de malas maneras. Métodos poco ortodoxos que han forjado el fuerte carácter del ahora campeón del mundo, acostumbrado a lidiar con la exigencia y la presión.
En 2013 se llevó el Mundial de karts y esto supuso un cambio por completo en la vida de Verstappen. Un año después ya estaba en la Fórmula 1. Antes pasó por la Fórmula 3 europea, demostrando su estilo de carrera y consiguiendo valiosas victorias pese a estar en un equipo poco competitivo. Mercedes y Red Bull lucharon por la perla, pero fueron los segundos quienes presentaron una oferta convincente para el piloto y su padre. Primero Toro Rosso; luego, Red Bull.
No todo es agresividad
Uno de los reproches habituales que se le han hecho al joven piloto es su estilo agresivo que, en sus primeros años en la élite, le provocó muchos abandonos, algunos accidentes y pérdidas de posiciones. Eso sí, hizo aumentar el nivel de diversión y de entretenimiento. Pero Max no es solo velocidad, temeridad y riesgo. Tiene muchas otras características destacables que merecen ser mencionadas y valoradas.
Antes de todo cabe comentar que existen pocas diferencias en los estilos de conducción de los pilotos de este nivel, prácticamente intachables, pero que estos detalles pueden resultar claves para ir sumando victorias. Aunque la trazada es prácticamente igual entre unos y otros, cada uno tiene su particularidad, y la del neerlandés ha sido decisiva esta temporada.
De Verstappen se debe destacar su fino tacto con el acelerador y el freno. Seguramente gracias a su preparación con los karts, tiene un juego de pies muy suave, que le ha hecho aprovechar todos los momentos de la vuelta para ir ganando ventaja respecto a sus competidores. Aunque agresivo, no deja de ser prácticamente perfecto en su trazada.
Siempre tiene el pie en el acelerador o el freno, nunca dejando el tiempo desocupado. Esto hace que consiga llegar a la máxima velocidad a las frenadas, clavando frenos, y que su salida de las curvas sea más veloz que la de alguno de sus compañeros. Eso se ha visto, sobre todo, en las carreras en lluvia, donde no se ha achicado y ha firmado auténticas exhibiciones. Donde muchos pilotos sufren, él disfruta.
Adelantamientos y control de los ‘timings’
Como hemos comentado, en sus inicios se caracterizó por la temeridad y no terminar muchas de las carreras. Su estilo al adelantar era demasiado atrevido, incluso inconsciente, y eso lo ha ido puliendo. Ha mejorado y madurado en este aspecto, siendo ahora uno de los mejores en la parrilla. Espera el momento ideal para atacar y no se precipita como antes. El hecho de medir muy bien los espacios han hecho que reduzca el número de accidentes y de abandonos, imprescindible en la consecución del título.
Otra de sus características es el aprovechamiento de toda la pista. A diferencia de otros pilotos, no ataca tan agresivamente los pianos interiores y, en los exteriores, incluso saca gran parte del coche de la pista para no ralentizarse demasiado. Pequeños detalles que hacen ganar un tiempo muy valioso en las carreras más ajustadas en las que cada detalle cuenta.
También poco visual, aunque decisivo, es su control de los timings. Casi siempre escoge el momento perfecto para coger la curva, ni demasiado temprano ni demasiado tarde. Esto hace que recorte tiempo respecto a los rivales y que sea más fácil recuperar la máxima velocidad en la siguiente recta. Lo mismo sucede en los adelantamientos, cerrando los espacios cuando quiere ser adelantado.
Max Verstappen está llamado a ser el piloto, con permiso de Hamilton y algunos otros, que lidere el Mundial de la Fórmula 1 en los próximos años. Su estilo propio de los karts, donde muchos de los más grandes han empezado, ha sido clave para entender la victoria en este último campeonato. Superó a una leyenda en este deporte como es el británico y presentó candidatura para las próximas ediciones. Ya empieza a recoger los frutos de tanta preparación.
