Ciencias

La salud del presidente

El tema más difícil de discutir con un jefe de estado es su salud. Estamos viendo esto en los Estados Unidos, donde hay un acalorado debate sobre si el presidente Donald Trump y su equipo de médicos mienten sobre su verdadero estado de salud. En esta sociedad transparente, hay una historia centenaria de mentiras de la Casa Blanca para ocultar la salud del presidente. Grover Cleveland, en medio de una crisis financiera, ocultó que tenía cáncer a fines del siglo XIX. Woodrow Wilson ocultó que había tenido un ataque al corazón. Franklin D. Roosevelt nunca mencionó que su salud se estaba deteriorando rápidamente, ni John F. Kennedy reveló las terribles enfermedades en su espalda. Mentir o esconderse en un dignatario tiene la misma consecuencia: tu gente está engañada.

En México, nunca ha habido un asunto más secreto que la salud de los presidentes. Vicente Fox permitió que se informara sobre su operación de espalda, que parecía el fin de esa larga era de inmortales jefes de Estado mexicanos. Pero eso no marcó un cambio de cultura, al contrario, fue una excepción, quizás porque esa cirugía le permitió escapar de los llamados del presidente George W. Bush para presionarlo para que votara por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, para apoyar la invasión de Naciones Unidas. Irak. . En el caso del presidente Andrés Manuel López Obrador, hablar de su salud es tabú y eso le molesta mucho. Sin embargo, es un tema que debe discutirse públicamente, sin complejos ni miedos.

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Ayer sugirió esta columna a López Obrador para observar la crisis en Estados Unidos por informes contradictorios sobre la salud de Trump, quien ejerce un poder centralizado en su gobierno como él, para que, ante la imposibilidad de cambiar de actitud, pueda construir un segundo piso de poder para que, en caso de enfermarse, no provoque una crisis de gobernabilidad, debido a su liderazgo vertical que no permite que nadie dispute su espacio.

La salud de López Obrador es un tema que debe preocuparnos a todos para que con su discusión acepte que no todo es voluntarismo y que es mejor cuidarse, no exagerar y así evitar un monumental problema de ausencia en las mañanas por lo que hay un antídoto político. Bufar como una distensión o la fuerza moral del presidente como una vacuna contra el coronavirus, son ocurrencias del café, pero indignas de un gobierno.

La cuestión de su salud se planteó durante una mañana, hace más de un año, luego de que varias columnas se le acercaran y López Obrador le prometiera que publicaría su historia clínica. Desde entonces, como registra diariamente SPIN Taller de Comunicación Política, hasta ahora 442 días no han cumplido su promesa. El presidente no necesita abrir el canal y detallar a la opinión pública los males que lo aquejan. Lo que tienes que hacer es cuidarte. Pero López Obrador es increíblemente descuidado con el control de la alimentación y la salud.

Algunos observadores pueden haber notado que en los últimos días se veía cansado, con grandes bolsas debajo de los ojos e incluso desaliñado. La información que salió del Palacio Nacional es que el Presidente está enfermo – no por Covid-19 – por lo que los médicos le recomendaron suspender las visitas e incluso las matutinas, para que pudiera descansar y tener una recuperación más rápida. El presidente, consecuente con lo que era, ignoró el consejo. Tampoco mejoró su dieta y mantiene sus viejos hábitos alimenticios, que incluyen fritangas de manera llamativa.

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López Obrador es básicamente un hombre sano, a pesar de haber sido operado de corazón en 2013, lo que lo llevó al borde de la muerte. Salió bien de la operación y está bajo atención médica, que consiste en tomar su medicamento todos los días para controlar la hipertensión, realizar largos viajes en avión y permanecer muchos días en ciudades de rascacielos como México. Con eso, tu corazón es perfecto, como dije varias veces. Además, el tratamiento de una vieja enfermedad de la espalda fue muy eficaz y le permitió pasar horas de pie por la mañana sin mayores problemas. Lo único que ha cambiado es que ya no puede jugar al béisbol como antes. Si nos fijamos en la información disponible, el estado de salud del Presidente, podemos concluir que es un hombre sano que, sin embargo, debe cuidar su salud.

El presidente es un hombre “testarudo y tonto”, como lo he dicho varias veces desde 2018, pero debe entender que ya no es el líder popular que fue y hoy es el jefe de Estado mexicano, por lo que sus responsabilidades son con un país, no solo con un movimiento, y que lo que te sucede o te afecta tiene un impacto en 130 millones de personas.

En este contexto, la columna de ayer señaló que habría caos si por alguna razón injustificada se ausentara una mañana, dada la centralización que impone a la administración y la vida pública, lo que provocaría una crisis de poder en el país. eso arrastraría la economía.

López Obrador no tiene dinero para eso. El primero afectado sería él, porque las consecuencias de no tener un andamio que apoye y un apoyo popular que se base principalmente en las emociones, como lo demuestra el voto de EL FINANCIERO para la aprobación presidencial, sumarían más problemas políticos, económicos y sociales, y fortalecerían. resistencia al cambio radical de régimen.

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Esto, como es fácil de asumir, no es lo que quieres. Al mismo tiempo, es una paradoja que su voluntarismo le impida mirar hacia adelante y analizar los factores para que nada detenga lo que él llama la cuarta transformación, que incluye cuidar su salud.

Prudencia Febo

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