Andrés Manuel López Obrador redujo la pobreza en México
W.luego vino Al asumir el cargo en 2018, Andrés Manuel López Obrador se comprometió a poner a los pobres en primer lugar. Es una promesa que el presidente de México logró, en parte, cumplir. El número de mexicanos que viven en la pobreza cayó de 52 millones a 47 millones durante su mandato, según mediciones realizadas por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, un organismo gubernamental independiente. En el mejor de los casos, esto contaría como un éxito. El hecho de que coincidiera con una pandemia y la mayor contracción económica de México desde la Depresión lo hace notable.
Las reformas laborales fueron críticas. El salario mínimo estuvo estancado en términos reales durante años antes de que López Obrador asumiera el cargo. Desde entonces, ha aumentado el monto en un 90% a 207,45 pesos (11,97 dólares) por día. Aunque sólo el 45% de los trabajadores que tienen empleos formales se benefician directamente, el aumento perjudica los salarios de otros, dice Alice Krozer, del Colegio de México, una universidad. El presidente también tomó medidas enérgicas contra la subcontratación, de la que las empresas abusaban para evitar el requisito legal de compartir las ganancias con sus empleados. Cuando la ley entró en vigor en abril de 2021, estaba destinada a beneficiar a los 2,9 millones de trabajadores que se cree que están involucrados en planes ilegales.
Las limosnas de López Obrador constituyen un segundo factor. Aunque el gasto social de su gobierno no superó el de su predecesor hasta este año, se gastó más dinero en donaciones. Lo logró reduciendo el número de programas y aboliendo Prospera, un promocionado programa de transferencia de efectivo que estaba condicionado a la asistencia de los niños a la escuela y a citas médicas y, por lo tanto, era costoso de administrar.
Eso dejó más dinero para la población rural que planta árboles y para los jóvenes que realizan programas de aprendizaje, sus programas emblemáticos. También trajo una pensión universal de vejez de 4.800 pesos, pagada cada dos meses. Este monto se eleva a 6.000 pesos a partir de enero, en momentos en que López Obrador aumenta el gasto en un año electoral. En total, los nuevos acuerdos llegan a menos personas, pero quienes los reciben reciben, en promedio, el doble de dinero en comparación con los regímenes anteriores.
Como siempre ocurre con López Obrador, hay otro lado. La pobreza extrema aumentó bajo su dirección. Si bien los ingresos de los más vulnerables han aumentado, su acceso a la atención sanitaria ha disminuido. López Obrador no ha cumplido su promesa de campaña de crear un sistema de atención médica universal para reemplazar el actual programa formal vinculado al trabajo. Aun así, abolió el Seguro Popular, un programa de seguro para quienes no tienen empleo formal, perjudicando a los más pobres. Esto dejó al 39% de la población, alrededor de 50 millones de personas, sin atención médica, frente al 16% en 2018. El costo del tratamiento de enfermedades como el cáncer empuja a muchos mexicanos a la pobreza o les impide escapar de ella, dice Krozer.
Si bien una distribución más eficiente del dinero ha permitido al presidente de México distribuir más dinero en general, también ha significado que el número de familias muy pobres cubiertas por subvenciones ha disminuido. Gerardo Esquivel, economista y exasesor del presidente, dice que López Obrador podría haber evitado esta situación utilizando los datos de Prospera para dirigir sus donaciones. En cambio, elaboró su propia lista, alineada con sus objetivos políticos.
Es probable que la tasa de pobreza vuelva a disminuir en 2024. La economía se está recuperando y las donaciones también han aumentado. Pero las herramientas de López Obrador están llegando a sus límites. El salario mínimo no puede seguir aumentando al ritmo actual. Los programas sociales ya son inaccesibles.
En cualquier caso, los folletos son sólo una curitauna tirita, dice Manuel Ramírez de Juventudes Manos en Acción, un ONG con sede en Chiapas, el estado más pobre de México. Candelaria López Gómez, una mujer de Chiapas de 48 años, dice que preferiría que el gobierno pavimentara las carreteras y entubara agua potable para no tener que comprarla embotellada. También se necesitan más servicios de salud y educación y de mejor calidad.
Claudia Sheinbaum, la probable sucesora de López Obrador, tendrá que aumentar los impuestos para soportar el creciente costo de las donaciones (aunque ella afirma que no lo hará). Más específicamente, su gobierno necesita acelerar el crecimiento económico de México. PIB se ha expandido a un mísero promedio del 2% anual durante las últimas cuatro décadas. También correspondería al próximo presidente poner fin a la naturaleza clientelista de las donaciones, en las que se basa gran parte de la popularidad de López Obrador.■