Todos conocemos los fascinantes anillos de Saturno, pero ¿Júpiter tiene anillos? Sí.
Bien, entonces Júpiter no tiene anillos grandes y claramente definidos como Saturno, es cierto, pero están ahí.
De hecho, los anillos de Júpiter son tan débiles que resultan invisibles a simple vista y extremadamente difíciles de detectar, incluso con telescopios potentes. Pero definitivamente están ahí.
Han sido observados y fotografiados por las naves espaciales Voyager y Galileo, la misión Cassini, el Telescopio Keck y, más recientemente, el Telescopio Espacial James Webb.
¿Cuántos anillos tiene Júpiter?
Júpiter tiene cuatro estructuras de anillos principales.
Afuera del planeta se encuentra el grueso «anillo de halo» interior, de 12.500 kilómetros de espesor.
Luego el «anillo principal», que es muy brillante y muy delgado, con sólo 30 km de espesor en algunas partes.
Y dos 'anillos de red' gruesos pero muy débiles.
El anillo del halo es neutro o azul, mientras que los anillos principal y delgado tienen un tinte rojizo.
Composición de los anillos de Júpiter
Se cree que los anillos alrededor de Júpiter están formados por material, la mayor parte en forma de partículas de polvo muy finas, que anteriormente fue expulsado de las lunas Metis y Adrastea como resultado de colisiones con asteroides, meteoros o cometas.
Si los anillos son tan antiguos como el propio Júpiter o se formaron más tarde es una pregunta que aún no ha sido respondida.
Descubrimiento
Los anillos de Júpiter son tan débiles que no teníamos idea de que estaban allí hasta que la sonda espacial Voyager 1 envió imágenes en 1979.
Lo que sabemos hoy sobre ellos se deriva principalmente de imágenes adicionales de las misiones Galileo y Cassini de la NASA a finales de los años 1990 y principios de los años 2000, así como de observaciones del Telescopio Espacial Hubble y el Telescopio Terrestre Keck.
Los científicos ahora creen que fue la gravedad de las cuatro grandes lunas galileanas de Júpiter (Ganimedes, Calisto, Io y Europa) lo que impidió que Júpiter formara anillos grandes y bien desarrollados como los que rodean a su vecino gigante gaseoso, Saturno.