Ciencias

El experimento que cambió la psiquiatría para mejor, pero terminó siendo un fraude

La experiencia del psicólogo David Rosenhal cambió los criterios para la admisión de pacientes con enfermedades mentales en los centros psiquiátricos.

A diferencia de las matemáticas o la física, la psiquiatría es una ciencia mucho menos precisa. No puede medir centímetros cúbicos de esquizofrenia tampoco podemos calcular las unidades de ansiedad que tiene una persona. Todo es mucho más subjetivo. Y esto dispara nuestra más temible imaginación: ¿podría un psiquiatra pensar que estamos locos, aunque estemos perfectamente sanos? ¿En qué medida estos especialistas tienen las herramientas y los conocimientos necesarios para diagnosticar enfermedades? Esto es lo que cuestionó el psicólogo David Rosenhan en la década de 1970. Y decidí comprobar.

¿Cuán? Rosenhan y otros siete participantes, todos en perfecto estado de salud mental, asistieron a varios hospitales psiquiátricos en los Estados Unidos y les dijeron a los cuidadores que escucharon una voz que decía «hit», «vacío» o «hueco». Por supuesto, era mentira, pero los psiquiatras consideraron que bastaba con ingresarlos en el hospital psiquiátrico junto con el resto de enfermos mentales. Pero no solo eso. Este artículo muy famoso, llamado Sobre estar sano en lugares locos, explicó que, a pesar de comportarse de forma completamente normal, fueron guardados contra su voluntad durante días y días.

Cuando se publicó en 1973, el mundo estaba conmocionado. El artículo reflejaba la incapacidad total de la psiquiatría para hacer los diagnósticos correctos y, en consecuencia, la posibilidad de que cualquier persona con algún rasgo mínimamente anormal terminara atrapado con otros pacientes mentales, si esos otros pacientes realmente tuvieran una enfermedad mental y no se hubieran comprometido. mismo error con ellos, por supuesto. ¿Puedes imaginar lo aterrador? Un diagnóstico de esquizofrenia por cualquier tontería y nadie te cree cuando dices que estás completamente cuerdo. Una prisión sin salida. Un tormento.

Afortunadamente, el experimento de Rosenhan supuso el cierre de determinadas instituciones psiquiátricas y que, desde entonces, los diagnósticos de salud mental se han basado en análisis más completos y precisos. Hizo un bien invaluable … pero a través de la mentira. Sí, sí, como lees. Porque esta experiencia, como confirma la periodista estadounidense Susannah Cahalan, se basa en varias verdades y muchas mentiras, algunas tan importantes que echarían por tierra sus conclusiones. Por ejemplo, seis de los ocho participantes fueron imposibles de localizar. Según Cahalan, como «perseguir fantasmas».

Los otros dos fueron Rosenhan y el propio Hanry Lando, quienes confirmaron lo narrado en el célebre artículo. Eso sí, con lo que no cuenta este artículo es con que hubo un noveno participante que niega ese mundo de horror. Rosenhan lo omitió porque contradecía lo que quería probar. Además, y según Calahan en el libro El gran simulador, Rosenhan también dijo a los responsables del hospital psiquiátrico que fue ingresado que eras sensible a las ondas de radio, que escuchaste lo que pensaba la gente y que eras suicida. Por este último, por su seguridad, fue admitido. Ayudó a la sociedad, pero traicionó la verdad.

Prudencia Febo

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