Centrarse en la captura de hidrógeno y carbono
Es hora de que Nuevo México abrace un nuevo futuro energético. Con la inversión del Departamento de Energía de $ 7 mil millones en centros regionales de hidrógeno de energía limpia, el estado tiene la oportunidad de producir, almacenar y quemar combustible de hidrógeno para satisfacer sus necesidades energéticas críticas y minimizar las emisiones de carbono.
Una de las principales ventajas de centrarse en el hidrógeno es el potencial para diversificar la economía energética de Nuevo México. Producir, almacenar y quemar hidrógeno creará empleos sostenibles y bien remunerados en el estado, además de proporcionar el combustible necesario para varios procesos industriales. Este cambio de enfoque se alinea con el objetivo de la administración Biden de lograr emisiones netas cero ambiciosas para 2050.
Para hacer una transición efectiva hacia un futuro de energía sostenible, Nuevo México debe invertir en tecnologías de hidrógeno verde y azul. El hidrógeno verde se produce a través de la electrólisis del agua, lo que da como resultado subproductos inofensivos como el hidrógeno y el oxígeno. Sin embargo, este proceso es costoso y utiliza grandes cantidades de agua, que es un recurso limitado en el estado.
Por otro lado, el hidrógeno azul se genera a través del reformado con vapor de metano del gas natural. Si bien este método es más asequible, produce dióxido de carbono como subproducto. Para abordar esto, la inversión en tecnología de captura y almacenamiento de carbono (CCS) es crucial. CCS permite la captura y el almacenamiento de emisiones de dióxido de carbono, lo que ayuda a mitigar el impacto de la producción de hidrógeno azul en el medio ambiente.
Nuevo México no es ajeno a la tecnología CCS. Instituciones como New Mexico Tech, University of Utah, Los Alamos National Lab, Sandia National Lab y Pacific Northwest National Lab han llevado a cabo una extensa investigación sobre el almacenamiento de carbono. Durante un período de 20 años, se inyectaron 1,5 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono en formaciones geológicas para garantizar la seguridad y la viabilidad a largo plazo. Estos estudios aseguran que podemos extraer energía del hidrógeno azul sin exacerbar la crisis del carbono.
Además, la Madre Naturaleza misma demuestra el potencial para almacenar dióxido de carbono. Los depósitos de dióxido de carbono natural se han secuestrado con éxito en formaciones geológicas, como el Domo Bravo descubierto en Nuevo México en 1917. El Domo Bravo es uno de los nueve depósitos de dióxido de carbono natural conocidos en los Estados Unidos. Estos sucesos naturales van desde Montana hasta Nuevo México y Mississippi, lo que destaca la capacidad de secuestrar dióxido de carbono de manera segura.
Al aprovechar el poder del hidrógeno y expandir sus avances tecnológicos, Nuevo México puede allanar el camino para un futuro energético sustentable y diverso. La inversión continua en tecnología de hidrógeno, combinada con un enfoque en CCS, garantizará que el estado permanezca en una trayectoria hacia una economía de hidrógeno. Este enfoque estratégico no solo fortalece la economía, sino que también aborda la urgente necesidad de combatir el cambio climático.
En resumen, Nuevo México tiene una gran oportunidad de liderar la producción de energía limpia al adoptar el hidrógeno como fuente de combustible. Al invertir en tecnologías de hidrógeno verde y azul, junto con el desarrollo de la captura y el almacenamiento de carbono, podemos crear un panorama energético sostenible que promueva el crecimiento económico y reduzca las emisiones de carbono. El momento de actuar es ahora, y Nuevo México está preparado para convertirse en un modelo para el resto de la nación en el logro de un futuro más verde y próspero.