Disfrute del silencio político mientras dure

¿Cuándo nos volvimos tan impacientes? Dos semanas después de los resultados finales de las elecciones de 2023, nos sentamos a esperar un nuevo gobierno. Para algunos, esta parece ser una de las experiencias más frustrantes de sus vidas.

Si bien no es lo ideal, las negociaciones que toman tanto tiempo no son el fin del mundo, ni están cerca de ningún tipo de récord… todavía.

En general, palidecen en comparación con otras democracias representativas, algunas de las cuales se vieron obligadas a volver a las urnas cuando las negociaciones fracasaron espectacularmente.

Y no necesitamos retroceder demasiado para encontrar ejemplos de conversaciones de coalición complicadas o prolongadas.

Alemania 2017

Las elecciones federales alemanas de 2017 tuvieron lugar el 24 de septiembre y provocaron algunos problemas importantes para la canciller Angela Merkel.

Uno de los principales cambios fue el crecimiento del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que obtuvo el 12,6% de los votos y se convirtió en el tercer partido más grande del Bundestag (Parlamento alemán).

El primer intento de Merkel de formar una coalición entre su propia CDU/CSU, el FDP (similar al ACT, más o menos) y los Verdes fracasó después de que el FDP se retirara. Merkel inició entonces un proceso con el SPD (Socialdemócratas, la versión alemana del Partido Laborista) para formar una gran coalición.

Finalmente, el 14 de marzo de 2018, Merkel fue reconfirmada como Canciller al frente de la gran coalición, casi seis meses después de las elecciones.

Dinamarca 2022

Si alguien ha visto la (fantástica) serie de televisión Borgen, la inclusión de Dinamarca no le sorprenderá.

En las elecciones del 1 de noviembre de 2022 se obtuvieron 179 escaños en el Folketing (Parlamento danés) repartidos en 16 partidos (incluidos cuatro que representan a las Islas Feroe y Groenlandia). Los socialdemócratas fueron el partido más numeroso, con el 27,5% de los votos, y ningún otro partido logró superar el 14%.

Como resultado, Mette Frederiksen, líder socialdemócrata y primera ministra en ejercicio, se comprometió a formar un gobierno centrista con representación de ambos lados del espectro político, a pesar de que un bloque de partidos de izquierda tenía una mayoría de un escaño.

Las discusiones que siguieron resultaron en la ruptura de las negociaciones del bloque de izquierda y su reemplazo por negociaciones entre ocho partidos. Finalmente, se acordó una coalición entre los socialdemócratas, los moderados (partido de centro liberal) y Venstre (el principal partido de centro derecha), con el apoyo de otros cinco partidos.

El gobierno finalmente se formó el 15 de diciembre, seis semanas después de las elecciones.

Países Bajos 2021

Al igual que los daneses, la Cámara de Representantes holandesa está regularmente poblada por un mosaico de partidos. Las elecciones de mediados de marzo de 2021 no fueron diferentes: 17 partidos obtuvieron escaños. El VVD (principal partido de centroderecha) fue el único partido que alcanzó el 20 por ciento.

Siguieron una serie de negociaciones con partidos de todo el espectro y, después de una serie de escándalos mediáticos e intentos de moción de censura contra el primer ministro en ejercicio, los cuatro partidos que formaban coalición antes de estas elecciones finalmente decidieron volver a entablar negociaciones, unos seis meses después de las elecciones.

El acuerdo final entre las cuatro partes involucradas en las negociaciones se alcanzó el 15 de diciembre, y el nuevo gobierno (igual que el anterior) finalmente prestó juramento el 10 de enero de 2018, casi 10 meses después de las elecciones.

Irlanda 2020

Las elecciones del 8 de febrero de 2020 en Irlanda generaron una carrera de tres caballos excepcionalmente reñida. Fianna Fáil, Sinn Féin y Fine Gael recibieron entre el 20 y el 25 por ciento de los votos, un resultado enorme para el Sinn Féin, que vio aumentar sus votos en más de 10 puntos. A esta complejidad se suma el gran número de independientes elegidos en Irlanda: en estas elecciones, 19 fueron elegidos para el Dáil (cámara baja del Parlamento).

Agravadas por el Covid-19, las negociaciones y posibles acuerdos tardaron meses en concluir. Los intentos del Sinn Féin de formar un gobierno de centro izquierda fracasaron, mientras que Fianna Fáil y Fine Gael iniciaron negociaciones para formar una gran coalición.

Finalmente, en junio se acordó un programa de gobierno entre Fianna Fáil, Fine Gael y el Partido Verde, que incluía el acuerdo para que el Taoiseach (Primer Ministro) rotara entre los líderes de Fianna Fáil y Fine Gael.

El nuevo gobierno fue finalmente confirmado el 27 de junio, casi cinco meses después de las elecciones.

Qué sacar de estos ejemplos

Estos ejemplos no son de ninguna manera una lista exhaustiva de las pruebas y tribulaciones que ocurren en las democracias representativas (ni siquiera hemos mencionado los 541 días que tomó formar un gobierno en Bélgica en 2010-2011).

Por su naturaleza, las democracias representativas pueden ser lentas y engorrosas a la hora de tomar decisiones, lo que no es necesariamente malo, pero puede resultar muy frustrante para algunos.

Este tipo de sistemas piden a la gente que elija parlamentos y luego piden a los miembros electos que trabajen juntos para formar un acuerdo de gobierno. A veces, este proceso es más fácil de decir que de hacer.

Lo que podemos extraer de estos ejemplos es que a veces la democracia es difícil, las ideas no siempre son compatibles entre los diversos grupos involucrados, pero el país no colapsará y eventualmente tendremos un nuevo gobierno.

Deberíamos intentar disfrutar de la relativa tranquilidad de Wellington mientras podamos, porque no durará (ni puede) durar para siempre.

Michael Swanson es candidato a doctorado en política en la Universidad de Otago.