Los residuos plásticos marinos podrían propagar la resistencia a los antimicrobianos – Eurasia Review
Las bacterias liberadas en los océanos a través de las aguas residuales y residuales prosperan en las biopelículas que se forman en los desechos plásticos. Esto puede estar dando lugar al problema algo imprevisto de la resistencia a los antimicrobianos.
Los residuos plásticos marinos pueden servir como vector para la propagación de la resistencia antimicrobiana (RAM) de bacterias patógenas, ya sea a los mariscos o directamente a los humanos que se bañan en el mar o participan en otras actividades recreativas.
“Las bacterias contenidas en las aguas residuales vertidas desde hogares, hospitales y fábricas se formarán biopelículas sobre superficies de plástico en el mar”, explica Gunhild Hageskal, científica investigadora principal del instituto científico noruego SINTEF. “Es posible que estas bacterias ya posean propiedades resistentes, pero en cualquier caso, se sabe que las biopelículas bacterianas actúan como incubadoras de resistencia a los antimicrobianos. La razón es que las bacterias intercambian fácilmente los llamados elementos genéticos móviles cuando se reúnen en grandes cantidades en un solo lugar”, afirma.
También puede haber residuos antimicrobianos y otros residuos químicos contenidos en las aguas residuales, y ciertas sustancias químicas en los propios plásticos pueden influir en el desarrollo de resistencia bacteriana.
Los investigadores de SINTEF investigarán el alcance de este problema como parte de un proyecto llamado PlastiSpread, que es una colaboración conjunta entre SINTEF, NTNU y la Universidad de Tesalia en Grecia. La parte noruega del estudio se llevará a cabo en Trondheim, en estrecha colaboración con el municipio de Trondheim y las plantas de tratamiento de aguas residuales de Høvringen y Ladehammeren. Para introducir una perspectiva global sobre este tema, se llevará a cabo un estudio similar en Grecia, donde se utiliza el doble de antibióticos que en Noruega.
El proyecto PlastiSpread tiene un presupuesto de NOK 12 millones y se llevará a cabo entre julio de 2023 y julio de 2027. Está financiado por el Consejo de Investigación de Noruega y coordinado por NTNU, con SINTEF como socio del proyecto.