A medida que aumenta la demanda de metales raros, la carrera hacia el fondo del mar exige una moratoria
LONDRES – En las profundidades del Océano Pacífico, entre México y Hawái, billones de rocas con forma de patata se encuentran esparcidas por el lecho marino, que contienen minerales como el níquel, el cobalto y el manganeso, vitales para las nuevas tecnologías ecológicas en la transición energética mundial.
La abundancia de rocas, conocidas como nódulos polimetálicos, en esta región oceánica, la Zona Clarion-Clipperton (CCZ), alimenta cada vez más el debate sobre la extracción de los metales necesarios para producir tecnologías como baterías para vehículos eléctricos.
Los ambientalistas dicen que la minería de aguas profundas puede causar un gran daño a los ecosistemas de los que los científicos saben poco, pero los mineros argumentan que es mejor para el medio ambiente que la minería en tierra, como parte del cambio mundial de los combustibles fósiles a la energía renovable.
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